En el apartado dedicado a la institución se mostrará cómo entiende la Iglesia católica el que, como en los demás sacramentos, se dé una institución por parte de Cristo de un nuevo sacerdocio. En el apartado posterior llamado «reflexión teológica» se ofrece un recorrido histórico a grandes rasgos de las principales concepciones del sacerdocio católico.
[editar] Institución
Jesucristo, durante su vida pública, instituyó un grupo de doce personas a quienes llamó «apóstoles» y que le seguían en su vida y predicación itinerante por Galilea y Judea (cf. Mc 3 14-15). A estos dio poderes especiales para expulsar demonios y curar enfermedades (cf. Mt 10 1) pero su misión principal era «estar con Él» y predicar el evangelio. Luego, el evangelista Lucas indica que Jesús escogió también a otros 72 llamados «discípulos» y los envió con idénticos poderes que los de los apóstoles (cf. Lc 10 1-2). Estos apóstoles fueron quienes le acompañaron durante la Última Cena. Según el relato evangélico, tras entregar el pan y el vino y hacer alusión a su cuerpo y sangre, Jesucristo dijo: «haced esto en memoria mía» (cf. 1 Co 11 24 y textos paralelos). Este texto es interpretado como una voluntad del Señor de establecer sacerdotes que perpetuaran este recuerdo. Más tarde, el día de la Resurrección, Jesús confirió también a los apóstoles el poder de perdonar pecados en su nombre (cf. Jn 20 21-23) y les confió las funciones de gobernar, enseñar y santificar dentro de su Iglesia (cf. Mt 28 19-20). En estos dos momentos solemnes, así como en la venida del Espíritu Santo en Pentecostés que terminó de fortalecer a los apóstoles para la misión que habían recibido, la Iglesia reconoce la ocasión de la institución del sacramento del orden por parte de Cristo. Como en los demás sacramentos no se trata de una institución jurídica sino más bien de una intención que los discípulos han ido profundizando a lo largo del tiempo.
Algunos objetan que no estaba en la intención de Cristo tener sacerdotes dado que Él mismo era el único y eterno sacerdote (como se afirma, por lo demás en la carta a los Hebreos) y que nunca usó el término para referirlo a sus apóstoles. Sin embargo, la misma carta a los Hebreos que subraya el acto sacerdotal de Cristo en el sacrificio y en la intercesión ante el Padre, la identificación que se hace del sacrificio con el ofrecimiento que Cristo hace de su cuerpo en la última cena y el mandato de repetirlo en su memoria, hacen ver que se trata de un sacrificio y que, como tal es necesario un sacerdote. Ahora bien, no se afirma un sacerdocio distinto del de Cristo sino más bien una participación conferida a los sacerdotes de ese único y sumo sacerdocio.
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